Si tenemos
presente que lo visible es algo que se produce y
que al lado de toda
visibilidad habrá siempre una invisibilidad,
constataremos que al lado de toda pedagogía
de la imagen
habrá también una política construyendo una mirada del mundo”
Ana
Abramowski – Lenguaje de las imágenes y la escuela.
¿Es posible enseñar y aprender
a mirar?
Desde la
génesis de la Imagen.
La imagen, desde su misma génesis, no se ha regido
por un código clausurante y cerrado de significados. En consecuencia, en el
ámbito de la educación abre juego a un debate en el que no existe un saber
único a enseñar (en términos de transmitir) y aprender. De esta manera, la
polisemia de la imagen nos plantea un tipo de circulación del conocimiento
distinta a la imperante.
Si
bien se plantea que las imágenes no tienen un significado único, un código
cerrado de significación, esto no implica que las mismas no cuenten con un
núcleo semántico donde resida un mayor significado, donde podamos descubrir una
intencionalidad. Además debemos tener en cuenta que la mirada que se detiene en
una imagen, no es inocente, no es neutra, viene cargada de una cultura, de
miles de imágenes previas. En la imagen conviven e interactúan distintos
códigos comunicativos.
Entonces,
tanto para indagar los múltiples objetos que se representan en una imagen, como
el núcleo semántico de la misma, y activar y poner en juego todos los
conocimientos previos que los contempladores cargan en su mirada, se considera
que debe ponerse en práctica un aprendizaje y ciertas herramientas pedagógicas.
Herramientas que atañen a materias como el diseño y el arte.
Si
bien la polisemia de la imagen es un hecho en su recepción, existen mecanismos
y metodologías en la producción de las imágenes que ayudan a transmitir
mensajes en particular, a producir ciertos efectos. Debemos aprender esta
Sintaxis visual para poder realizar recorridos más profundos, conscientes y
críticos de la imagen, y aun así, saber que nunca está agotada la posibilidad
de significar de esa imagen. Debemos expandir nuestra capacidad de Mirar
Ver no es
Mirar
Aceptamos el Ver como lo experimentamos, sin
esfuerzo, de modo directo. La información visual nos llega de modo directo y
pareciera que así también se da la comprensión de la misma. Pero no todo lo que
uno ve, lo aprende. Para llegar a esta instancia, en la mayoría de los casos es
necesario mirar (con todo lo que implica), reflexionar, poner en asociación y discusión
para formar una idea sobre eso, y así llegar a un conocimiento estable o
consensuado, además de colectivo.
Ver
es considerado una cualidad propia de todo ser humano que cuente con el sentido
de la vista. Mirar remite a lo cultural, a lo mediato, tiene semántica y
pragmática. Goza de poder y seducción. Sin pronunciar palabras, la mirada puede
establecer puentes de comunicación. En una imagen, cada signo manifiesta
múltiples y extraordinarios significados. Mirar es aprender a explorar con los
ojos. De aquí la necesidad de canalizar
el poder de la mirada desde una postura pedagógica y didáctica.
Mirar no es
leer.
¿Cómo se reacciona ante las imágenes? ¿Por qué a
veces no podemos reusarnos a ver eso que se nos pone en frente? ¿Por qué a
veces ciertas imágenes pasan inadvertidas? Cuando nos detenemos a contemplar
¿Qué es lo que estamos haciendo?
Según
el autor Mirzoeff (Una introducción a la
cultura visual, 2003), las imágenes
no se leen, porque si nos centramos solo en el significado lingüístico de la
imagen visual negamos un elemento que justamente la diferencia de lo textual, que
sería la “inmediatez sensual”. Esta se explica como un exceso al momento de
ver, una cierta intensidad, sorpresa, que está en el corazón de la experiencia
visual y que implica un enmudecimiento, un sentir que no hay representaciones
para expresarlo con palabras. Por ende, las imágenes no pueden ser agotadas
recurriendo al modelo textual de análisis, hay que verlas y mirarlas. Aquí
radica el poder de las imágenes, en esta activación de la atención de las
emociones en el observador.
Las
palabras y las imágenes son irreductibles unas a las otras y a la vez están
intrincadas. Se vinculan pero nunca se confunden y allí está la riqueza de su
relación. Es un desafío atravesar esta tensión sin reducirla. Es recomendable
mirar las imágenes un poco a solas, sin encerrarlas de inmediato en palabras,
pero tampoco se trata de abandonarlas, sino dejar que hagan su aporte.
Bajo
una sintaxis de lo visual, no existen reglas, sino grados de comprensión. La
alfabetización visual no podrá ser nunca un sistema lógico tan neto como el del
lenguaje (Dondis, La sintaxis de la
imagen, 1976). Aquí no hay un sistema estructural, arbitrario y externo
como el lenguaje. La información dura existente cae dentro de la significación
sintáctica del funcionamiento de las percepciones del organismo humano. Según la
misma, expresamos y recibimos mensajes en tres niveles: el input (símbolos
creados por el hombre, arbitrarios, codificados) el material representacional
(desde la experiencia), y la infraestructura abstracta (cualidades cinestéticas)
Cualquier
acontecimiento visual es una forma, un contenido, pero el contenido está
influido por las partes constituyentes: el punto, la línea, el contorno, la
dirección, el tono, el color, la textura, la escala, la dimensión, y el movimiento son componentes de los medios
visuales para el desarrollo del pensamiento y la comunicación visual.
Existen
factores que intervienen en la percepción de la imagen: relación de espacialidad,
relación figura fondo, contraste. Cuando miramos hacemos muchas cosas a la vez.
Imagine
aprender imágenes.
Para mirar críticamente las imágenes es importante
seguir una serie de pasos que incuben a la enumeración, la descripción, la
interpretación o la inferencia en relación a saberes previos.
En
primer lugar tener una visión en conjunto. En segundo lugar analizar los
objetos que la componen más en detalle y su relación interna. En tercer lugar
se interpela su significado al mismo tiempo que son interpelados los
observadores en cuanto a que les remite esa imagen.
En
este proceso la imagen no solo cumplirá una función referencial, de un suceso en particular, sino también una función motivadora que incentiva el
aprendizaje de ese hecho. De esta manera no se realiza una lectura literal de
la imagen. Sino que la imagen se activa en nuestro universo mental, en las relaciones emocionales entre escenas y
sentimientos. A su vez se comprobara que un mismo significante adquiere
diversas interpretaciones según las experiencias e historias personales, y se
potenciara y enriquecerá el conocimiento común, de todos los presentes.
Para
aprender con imágenes el docente no ocupa un rol de dador de conocimientos
duros, sino más bien se equipara a un coordinador de los conocimientos
existentes que van surgiendo en el aula. Tiene que disparar debates, retomar
ideas, incentivar y promocionar el generar relaciones y finalmente opiniones y
conclusiones, entre y con los jóvenes. De esta manera, se brinda mayor espacio
al aprendizaje y no solo a la enseñanza.
En
cuanto a las miradas el docente deberá buscar horizontalidad, recorrer el aula,
conectando otras miradas consigo y entre ellas. El mirar requiere comprender.
El maestro debe encausar la mirada acompañar el recorrido que se hace por la
imagen, para que sea un acto consiente y
significativo, buscando así que la imagen cumpla una función mediadora y
productora de conocimientos.
El
aula de hoy no se remite a las cuatro paredes que la rodean y a las imágenes
quietas y ajenas que colgaban en alguna de ellas. El aula de hoy también puede
ser un escenario virtual, no solo desde y a partir de las nuevas tecnologías,
sino también a partir de un replanteo de sus propias fronteras, un aula que
llega hasta el barrio, hasta la plaza, que viaja por el tiempo. Aprender a
mirar mejorara el proceso de aprendizaje en su totalidad. Ya que apunta a
aportar estrategias más llamativas de construcción colectiva e interactiva de
saberes. ¿Por qué más llamativas? Primordialmente por la función motivadora de
las imágenes y las relaciones emocionales que estas encarnan. Hoy los niños
entran al aula con un mundo de imágenes mayor a otros tiempos, solo que estas imágenes
ingresan en su percepción de manera desordenada, rápida, instantánea e
individual. El aula es un espacio donde este mundo de imágenes se pone en común,
se reflexiona y logra sentidos más estables, se vuelven conocimientos puestos
en relación, Aprender con imágenes es poner en juego nuevas riquezas que los
niños traen al aula.
La
conducción del mirar imágenes tiene un objetivo por parte de los docentes, más
allá de los múltiples debates que pueda despertar una misma imagen. Este
objetivo es guía de una serie de preguntas o disparadores para discutir sobre
la imagen en cuestión, para luego dar la palabra a los jóvenes y construir
conocimiento desde allí.
Cuanto
más sepan los jóvenes sobre la composición de imágenes, cuantas más imágenes
miren y no solo vean, más ricos serán estos debates y más conocimiento se
construirá en los mismos.